Hace unas semanas una amiga me regaló una libreta.
Dentro de ella, venía una nota que empezaba con la frase: “yo sé que usted usa el Ipad para apuntar todo, pero…”.
Sólo esa primera frase me hizo pensar hacía cuánto tiempo no escribía con lápiz y papel, hace cuánto esto dejó de estar en mi día a día y fue desplazado por las notas del celular, los archivos digitales en la computadora y las notas en la tableta.
Todas estas maneras que usamos ahora para registrar información, escribir, estudiar, etc., tienen algo en común y es que, nos dan la posibilidad de que no quede registro de un error, que no quede una marca de un trazo re-escrito.
En este mismo momento, mientras escribo estas líneas, me he equivocado varias veces tecleando, pero vos lo leés de corrido y no te das cuenta dónde tuve que borrar, dónde me equivoqué… ni siquiera yo lo recuerdo ya.
Hace muchos años, en el colegio me enseñaron a usar máquina de escribir. Sí, yo usé máquina de escribir. Los que habrán usado una, recordarán la labor tan compleja que representaba corregir un error cuando presionabas una letra incorrecta, el uso del “corrector” llevaba un proceso tedioso, pero, por más esfuerzo para corregir el error, la marca de esa falta quedaba allí, era evidente y “había que vivir con ello”.
Lo mismo ocurre cuando te equivocás, mientras escribís en una hoja de papel, con lápiz y/o lapicero, debésusar borrador o el líquido blanco llamado corrector. Aunque estos dos te ayudaban con la corrección de lo que no querías que quedara plasmado en aquel trozo de papel, lo cierto es, que quedaba una marca que indicaba dónde se había borrado, dónde había un trazo anterior, dónde había una corrección.
Pero todo esto, me hizo pensar: ¿Será que a partir de esto puedo reflexionar acerca de cómo las nuevas generaciones lidian con el error, con la falta, con la marca de que “me equivoqué” en algo, con la idea de que no todo será “perfecto”, con el hecho de que no todo siempre sale “como queremos”?
Como sociedad, ¿Cómo lidiamos con la frustración?, tomando en cuenta que hoy, frente a un error, simplemente borro, simplemente borrás… no queda marca, no queda seña del trazo anterior, no queda registro de mi error para luego poder hacer algo con él… ahora no, no queda marca.
Frente a una sociedad con una corriente de pensamiento feroz que nos dice por diferentes medios: “que todo es posible”, “que todo lo puedes tener”, “que todo lo puedes alcanzar” y no sólo eso, sino que “lo puedes hacer de manera rápida, sin demasiado esfuerzo”; se hace necesario desarrollar habilidades que nos permitan gestionar las emociones que aparecen allí, cuando no todo es posible, cuando no todo lo puedes alcanzar y tener rápido. Porque sí, debemos aceptar de una vez por todas que las cosas valiosas de la vida no llegarán en un abrir y cerrar de ojos, que algo tuyo debe invertirse para alcanzar eso que querés, debemos aceptar que la vida implica esfuerzo y que fallar es parte del proceso.
Proceso es una palabra que me hace pensar en avances y retrocesos, en momentos para caminar y momentos para detenerme… me hace pensar en la oposición entre la motivación y la convicción… me hace pensar en escribir y re-escribir, aún sobre las faltas, sobre los errores, sobre lo que “borré”, pero que quedó ahí registrado para recordarme que no todo saldrá siempre perfecto, que las expectativas no siempre se cumplen en su totalidad; pero que allí, en eso, hay belleza y aprendizaje y depende mucho de los lentes que me ponga para observar el error, la falta, el trazo que no salió como pensé.
¿Qué tal si a partir de hoy, en vez de querer desaparecer aquello que no salió como querías y quedarte allí detenido o detenida, tomás unos minutos para observarlo, valorarlo y darle un significado distinto?
Estoy segura de que eso, te hará crecer, te hará desarrollar tolerancia a la frustración, te hará vivir con los “pies en la tierra”, preparad@ para la realidad de la vida, una vida que puede ser bella de vivir, pero sabiendo que belleza no es perfección.
La invitación es a que valorés los trazos de tu vida, sólo así los podrás re-escribir.
Keisy Varela Seas
Junio 2021
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