La vida está llena de decisiones, cada día nos enfrentamos a distintas posibilidades y la oferta de ideas es, en muchas ocasiones amplia, pero en otras ocasiones, tremendamente estrecha.
¿Me levanto ya o duermo 5 minutos más?
¿Qué desayuno?
¿Qué ropa me pongo?
¿Cuál ruta tomo para el trabajo?
¿Café negro o con leche?
…
Pero no sólo las cosas cotidianas requieren decisiones, también situaciones que no se presentan todos los días y que trascienden aún más que el color del pantalón que llevás puesto.
¿Saco el préstamo o no?
¿Será el momento adecuado para iniciar con esta relación?
¿Será que mi pareja y yo debemos terminar?
¿Qué carrera estudio?
¿Cuál oferta de trabajo acepto?
¿Buscó la opinión de otro médico?
Y así, la lista sigue de manera infinita….
DECISIONES CONSTRUYEN UN DESTINO
La importancia de analizar la toma de decisiones radica en que las decisiones tienen el poder de construir tu destino. Ya lo dice la famosa frase “hoy, sos el resultado de las decisiones que tomaste en tu pasado”, por lo tanto, tu mañana depende en buena parte, de las decisiones que tomés hoy.
Por supuesto que existen factores externos que tienen una influencia en nuestra vida, cosas que están fuera de nuestra alcance -incluyendo las decisiones de otras personas- de lo que se trata, es de comprender qué está fuera de nuestro alcance y qué no, pero por otro lado, también se trata de hacernos responsables de lo que sí está a nuestro alcance, hacernos responsables de nuestras propias decisiones.
Todos conocemos a alguna persona que consideramos que toma muy buenas decisiones y vemos eso reflejado en una vida equilibrada; también, conocemos a alguien que en la mayoría de ocasiones toma malas decisiones.
¿A qué se debe esa polarización? ¿Hay algún secreto para la buena toma de decisiones o todo es “cuestión de suerte”, “cuestión del destino”?
No creo que sea cuestión de suerte nada más, considero saludable que todos podamos crecer y madurar en nuestros procesos de toma de decisiones, entendiendo la transcendencia que esto tiene en nuestro futuro. Dice un proverbio “Las decisiones sabias te protegerán”. Si no estamos protegidos, entonces estaremos expuestos, en riesgo. ¿Cómo está tu vida? ¿Protegida porque has crecido en esta área de toma de decisiones? ¿O tu vida (matrimonio, familia trabajo, proyectos, finanzas, salud mental, espiritualidad, etc.) está en riesgo porque no has invertido esfuerzo en mejorar tu proceso de toma de decisiones?
ENTONCES… ¿CÓMO TOMAR DECISIONES?
No pretendo darte en estas breves palabras la respuesta infalible a esta pregunta, aún yo estoy en proceso de construcción. Pero sí puedo compartirte dos parámetros para que crezcas en tu proceso de toma de decisiones.
EMOCIONES VS CONVICCIONES
El primer criterio que quisiera compartirte es el de comprender, que en nuestro proceso de toma de decisiones, entrarán en juego diferentes aspectos y dos de ellos son: las emociones y las convicciones.
Como ya te he compartido en otro espacio de este blog las emociones son importantes, tienen un valor y debemos darles un espacio, pero también es claro que las emociones son pasajeras, pueden estar o no estar, pueden cambiar de un momento a otro.
Por otro lado, cuando hablo de convicciones me refiero a ideas, determinaciones, principios y/o filtros, que establecés para tu vida previamente a que las situaciones te lleven a necesitarlos. Por ejemplo, alguien puede tener la idea establecida de que no asumirá una deuda económica por aspectos como diversión, gusto, capricho, etc; solamente asumirá una deuda económica si se trata de temas de vivienda, salud y/o estudio, por ejemplo. Esta puede ser una convicción que establezca para el manejo de sus finanzas (y por ende, para la toma de decisiones en esta área.)
Emociones y convicciones son diferentes, podrían oponerse en diferentes aspectos, pero también podrían llegar a complementarse.
Lo que ocurre con estos dos aspectos, es que muchas personas basan sus decisiones en emociones (que son cambiantes) por eso hoy quieren algo y mañana ya no lo quieren. Mi recomendación es que podás basar tus decisiones en convicciones, ideas que previamente estableciste, y que luego, sobre las convicciones, coloques a tus emociones. No se trata de sacar a las emociones de la ecuación, se trata de colocarlas en el lugar en que les corresponde estar. Así, en cada situación, podrás leerte emocionalmente y darle una base, “un piso” a esas emociones, esa base apunta a las convicciones.
Volvamos al ejemplo de la persona que estableció como un principio para su vida financiera, no tomar préstamos por razones fuera de vivienda, salud y/o estudio. El día que sus amigos cercanos le planteen la idea de ir de viaje y esta persona no tenga los medios económicos para suplir el viaje, aparecerá la pregunta “¿y si saco un préstamo para el viaje?”. Esta pregunta requiere una respuesta y esa respuesta será una decisión.
Basado en el principio de elegir tomando en cuenta las emociones, pero sosteniendo a estas en convicciones ¿qué decisión debe tomar esta persona? De acuerdo a la convicción previamente establecida, la decisión es no tomar el préstamo, aunque emocionalmente tenga muchas ganas de hacerlo, la persona sabe que en este momento de su vida no tiene la fluidez económica para hacer el viaje y tampoco para sostener un préstamo después.
La mayoría de nosotros hemos enfrentado problemas porque en algún momento de nuestra vida tomamos decisiones basadas meramente en emociones.
Agregale a tu proceso de toma de decisiones, convicciones que le sostengan.
Esto nos podría llevar a otro aspecto en el cual no me voy a detener, pero si voy a mencionar: vivimos en una época donde pocas personas tienen convicciones, pocas personas establecen principios para su vida. Muchos hoy viven de manera relativa, no hay nada establecido en sus vidas, todo “depende”.
Si querés indagar un poco más en el proceso de establecer principios, te invito a escuchar este episodio de Audiblemente.
TOMAR decisiones
VS
CONSTRUIR decisiones
El segundo criterio que quiero compartirte es la idea de que en la vida hay decisiones que se deben de tomar, decisiones que requieren cierta urgencia, pero hay otras decisiones que por su complejidad o por las repercusiones que puedan tener, no se toman de un momento a otro, sino que se construyen.
Aprender a diferenciar cuando en mi vida debo tomar decisiones y cuando debo construir decisiones, es un proceso difícil en el que muchas veces tenemos que ser acompañados, pero que marcará una gran diferencia, no sólo en el proceso de decidir como tal, sino también en las consecuencias que esto pueda traer.
Cuando una decisión debe ser tomada, tener principios previamente establecidos es de muchísima ayuda. Pero cuando una decisión debe ser construida, no sólo necesitamos de los principios o convicciones, sino que también, requerimos un proceso de reflexión que nos permita dividir la totalidad de la decisión en pequeñas etapas que requerirán pequeñas decisiones y que al final, la suma de todas ellas, construirán la gran decisión que quizá se hace demasiado difícil tomar.
TOMÁ UN MOMENTO
Podés tomar un par de minutos y hacerte estas preguntas:
· En la mayoría de ocasiones ¿cuál es la base de tus decisiones? ¿emociones o convicciones?
· ¿Tenés claridad en cuáles son las convicciones / principios que rigen tu vida?
· ¿Tenés claridad de cuáles decisiones deben ser tomadas y cuáles decisiones deben ser construidas en este momento de tu vida?
PARA EMPEZAR….
Si a partir de tus respuestas a las preguntas anteriores, considerás que necesitás madurar y crecer en tu proceso de toma de decisiones, la primera decisión que podés atreverte a tomar, es la de ser acompañado por otra persona que te ayude a crecer en esta área. Empezá hoy mismo.
Keisy Varela Seas
Enero 2022
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